Concilio - pág.7

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Un error en la enseñanza que la iglesia propone formalmente como revelada, como verdad manifestada por Dios, destruiría la fiabilidad de la transmisión del mensaje, que constituye la misión de la iglesia. Sin embargo, Cristo prometió repetidamente a los apóstoles y a todos los creyentes su asistencia y la enseñanza del Espíritu Santo: "Donde están dos o tres congregados por razón de mi nombre, allí estoy yo entre ellos" (Mateo 18:20); "Cuando él venga, el Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena" (Juan 16:13). Magisterio ordinario y extraordinario. La enseñanza garantizada por la presencia de Cristo y del Espíritu Santo se ejerce mediante el magisterio ordinario de la iglesia, es decir, por la enseñanza unánime de todos los obispos. Pero también se ejerce por el magisterio extraordinario, cuando de alguna manera se hace explícita la unanimidad de la enseñanza de todos los obispos con el papa, y la unanimidad de la creencia de todos los fieles, o cuando esta unanimidad se formula con la mayor precisión y como expresión indiscutible en la unidad de la iglesia. Los concilios ecuménicos presididos por el papa son la expresión más comprometida y solemne del magisterio extraordinario. Los concilios provinciales, en cambio, no llegan a expresar la universalidad de la iglesia, pero si su doctrina concuerda con ella o es recibida por toda la iglesia, adquiere la fuerza de la universalidad del magisterio ordinario.