Enciclopedia de Reliqión
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Cristianismo - pág.3
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Sin duda alguna, la ejemplaridad de la vida de Cristo y de sus seguidores, la superación de los aspectos negativos o restrictivos del judaísmo, la promesa de la inmortalidad y del perdón y el entusiasmo de los propios cristianos explicarían aquel fenómeno.
Cuando en el año 313 el emperador Constantino legalizó mediante el Edicto de Milán la religión cristiana, ésta no era ya considerada como una pequeña y extraña secta del judaísmo y había alcanzado una amplia consideración social, tanto por su organización como por las altas cotas de prestigio de que gozaban sus seguidores, unas veces por medio de su sacrificio y heroísmo personales, otras gracias a sus escritos, situados a la altura de los pensadores griegos. El credo aprobado en el concilio de Nicea del año 325 constituyó la primera gran profesión de fe, y en ella se estableció que Cristo -el Hijo- era de la misma naturaleza -consustancial- que el Padre. A fines del siglo IV, el emperador Teodosio proclamó al cristianismo religión oficial del estado.
Fijación de la doctrina. Ya desde los primeros momentos de la configuración de una doctrina en torno al cristianismo surgieron en su seno controversias teológicas y posiciones cismáticas que, por otra parte, contribuirían a perfilar y aquilatar la propia doctrina; el arrianismo, que negaba la consustancialidad de Padre e Hijo, y el gnosticismo, esencialmente una forma de dualismo, fueron sin duda los movimientos más destacados y arraigados en estos primeros tiempos.
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