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Por otra parte, si bien la tradición sostiene que el madero en que murió Jesús tenía forma de cruz latina, los datos históricos parecen indicar que era en realidad una cruz commisa. La cruz en el cristianismo La cruz encierra una profunda simbología en el cristianismo y fue su señal más representativa desde los primeros tiempos, si bien se procuraba no exponerla a la luz pública. Como signo del cristiano, trazada sobre el cuerpo con dos dedos de la mano, fue ya consignada en el siglo III por Tertuliano. Tras el edicto de Constantino en el año 313, que legalizó el cristianismo, la cruz, al igual que el monograma de Cristo -el crismón, formado por las mayúsculas griegas ji y ro (o rho), alcanzó pronto una enorme difusión y popularidad entre los creyentes cristianos, como se puso de manifiesto en las representaciones artísticas y funerarias. La figura de Cristo sobre la cruz pasó por diversas interpretaciones; en un principio, Jesús era representado sobre ella vivo, triunfante, manifestando su divinidad, aunque con las huellas de los clavos en manos y pies. Más tarde, su agonía y el sufrimiento se hicieron cada vez más expresivos y realistas. Este naturalismo adquirió caracteres patéticos en el barroco, de lo que fueron muestras muy significativas los imagineros españoles e iberoamericanos.