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Ser supremo, causa primera, existente por sí mismo (no dependiente de ningún otro ser), absoluto, infinito, eterno, perfecto, omnipotente, omnisciente, sumamente bueno. Esta descripción de Dios podría ser afirmada por todas las religiones, y podría ser aceptada como definición -aunque para negar su existencia- por los ateos.
El misterio de Dios
Dios es postulado por la razón, y por el sentimiento, como explicación del universo, del origen y del destino del hombre, de los valores y de la moral -verdad, bien, justicia, amor-. Por consiguiente, si Dios existe, tiene que ser distinto y superior a todo lo que pretende explicar; tiene que ser superior a la razón humana y resultar un misterio para ésta.
Ello no quiere decir, por supuesto, que no se pueda, por vía racional o religiosa, llegar al convencimiento de la existencia de Dios, e incluso "definirlo" o "describirlo" en el sentido antes apuntado. Pero atributos tales como "infinito" u "omnisciente" no son sino analogías respecto a los términos que es capaz de concebir la razón humana. La esencia divina, pues, es misteriosa para el hombre, e incluso aquellos místicos que afirmaron haber llegado a la contemplación de Dios consideraron la experiencia indescriptible en términos humanos.
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