Enciclopedia de Zoología
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Anfibios - pág.2
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Piel y glándulas. La piel de estos animales no presenta otro recubrimiento que el propiamente dérmico, salvo en el caso de los anfibios carentes de extremidades, es decir, ápodos, y de algunos sapos que tienen escamas. Su textura es muy fina y está siempre húmeda, lo que resulta vital, ya que desarrollan una actividad respiratoria a través de ella (respiración cutánea). Además, la piel está cubierta de glándulas, la mayor parte mucosas, que lubrican la piel y le dan su característico aspecto viscoso y resbaladizo. Tienen también los anfibios glándulas venenosas en forma de verrugas, que producen secreciones irritantes y tóxicas para otros animales. Algunas especies presentan dos de estas verrugas en la cabeza; son las llamadas glándulas paratoideas.
La piel experimenta cambios periódicos o mudas. El color es muy variable, desde el verde, con sus diversos matices, al rojo, pasando por el amarillo, anaranjado, blanco, etc. La variedad en las tonalidades se debe a numerosas células pigmentarias de la epidermis.
Aparato locomotor. La adaptación a la vida terrestre hizo que los anfibios desarrollaran extremidades dotadas de dedos, con cuatro de ellos en las anteriores y cinco en las posteriores, e impuso una serie de modificaciones de la columna vertebral: las más destacadas son el refuerzo de la pelvis y la aparición de una vértebra especial en el cuello, el atlas, que favorece la movilidad de la cabeza.
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