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Una vez alcanzado este estado, puede empezar los ejercicios de meditación. Como podrá ver, son sencillos de explicar. Practicarlos con facilidad le corresponde a usted.
Hay tres pasos en la meditación: despejar la mente, observar la mente y domesticar la mente.
Despejar la mente
Aquel que medita constantemente y persevera, se libera de las ataduras. DHAMMAPADA
Su finalidad es acallar el torrente de pensamientos que fluye en nuestra cabeza.
La primera de ellas es la que se explica en concentración sobre contar respiraciones. La frontera entre concentración y meditación es muy difusa...
Otra meditación es concentrarse de la misma manera en los latidos del corazón. Para ello, debe tomarse el pulso. Pero con el tiempo, sentirá su corazón.
La última que propongo es contemplar las nubes, una hoguera, el mar o lo que le guste. No tiene que buscar sentido a lo que ve, ni buscar pautas, ni juzgar. Sólo hay que mirar, sin más. Cuando un pensamiento aparezca en la mente, vuelve a mirar. Eso es todo. Nada menos que eso.
Óbservar la mente
La mente es muy difícil de percibir, extremadamente sutil, y vuela tras sus fantasías. El sabio la controla. Una mente controlada lleva a la felicidad. DHAMMAPADA
Aquí, el objeto de la meditación son los propios pensamientos.
La primera meditación es contar pensamientos. No se debe entrar en el contenido, sino simplemente contarlos. Lleve la cuenta, nada más. Puede ser que no aparezca ninguno, en ese caso, disfrute del momento.
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