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Una vez haya terminado, es importante no darse prisa por exponer una opinión opuesta. Las ventajas de este tipo de discursos es que nunca "refutan", sino que continúan haciendo preguntas. Es esencial que las preguntas estén formuladas para que el interlocutor responda "sí". No debe permitir que diga nunca "no", Así lo engañará para que diga "sí".
A continuación verá un ejemplo sencillo de este método. Se trata de una persona que intenta convencer a otra para que deje de fumar.
"El tabaco no sólo perjudica al fumador, sino que además provoca problemas de salud a las personas que le rodean."
"Sí, ya he oído eso."
"De manera que, cuando fumas, perjudicas a tu esposa también."
"Sí, supongo que es cierto."
"¿Quieres a tu esposa?"
"Sí, claro."
"Cuando fumas, dañas tu salud y la de tu esposa, y entonces ella se entristece, ¿verdad?"
"Sí, supongo."
"Y si tu esposa, a la que dices que quieres, enfermase debido a tu adicción al tabaco, te sentirías mal, ¿verdad?"
"Bueno... claro."
"Y entonces estarías preocupado, porque en realidad debes procurar su felicidad, ¿no?"
"Sí, de nuevo tienes razón."
"Entonces, deberías dejar de fumar, ¿no?"
Éste es, por supuesto, un ejemplo muy simplificado, y posiblemente difícil de creer, pero si logra que el interlocutor diga "sí" a lo largo del discurso, no será difícil que al final diga "sí", y de este modo ganar una batalla mayor
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