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El gran juego - pág.268
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Ya que él no se controla a sí mismo, será usted quien le tenga bajo control.
Temor: Ya se ha explicado en la parte que trata sobre amenazas. Sólo decir que el temor sirve más para frenar la acción que para estimularla.
Codicia: Al manipular con esta emoción, se obtiene el efecto opuesto al temor. Muestre beneficios y ganancias y obtendrá el apoyo de personas que hasta puede que le odiaran. Le seguirán con la esperanza de ganar más dinero o parcelas de poder.
Lealtad: La lealtad y el sentido del deber impulsa a las personas a realizar actos de sacrificio. Presione sobre al lealtad y la gente hará tareas que en principio no les gustan ni harían en condiciones normales. Es otra emoción casi tan duradera como el odio. Las personas leales son sujetos ideales para la manipulación, siempre que no les planteemos un conflicto de lealtades.
Piedad: Es una emoción poderosa y poco explotada. La civilización occidental es muy amante de los desvalidos, por lo menos mientras calman con ello su conciencia. Siempre caen simpáticos los perdedores, los animalitos enfermos y cosas por el estilo. Esta emoción es muy inestable; generalmente, el objeto de nuestra piedad se convierte al poco tiempo en el blanco de nuestro desprecio. Por tanto, hay que emplear esta emoción para casos breves y puntuales, nunca a largo plazo. Como el temor, suele tener efectos paralizantes.
Favores: Son instrumentos de presión por ser deudas acumuladas que se pueden cobrar cuando se necesite.
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