|
"La vista confunde lo líquido y lo sólido, el agua y el mármol, y no sabemos cuál de los dos es el que se desliza." Las palabras de Ibn Zamrak, poeta de la corte nazarí granadina del siglo XIV, definen la esencia misma de la Alhambra, ejemplo del gusto árabe por integrar en los espacios arquitectónicos todo un mundo de sensaciones visuales, olfativas e incluso sonoras.
La Alhambra, que debe su nombre al color de sus muros (Al-Hamra, La Roja), se alza al sudeste de Granada, España, sobre un espolón arcilloso formado por los montes de Al-Sabika, Mauror y Sol, y flanqueado por los ríos Darro y Genil. Situada a una altura media de 680 m, debió ser en sus orígenes una pequeña fortaleza, citada documentalmente, por primera vez, en el año 860.
Fue Mohamed ibn al-Ahmar I, fundador del reino nazarí, quien, en 1238, mandó abrir la acequia real que lleva el agua del río Darro hasta la Alhambra y el vecino Generalife, e inició la construcción, en la parte más apuntada de Al-Sabika, de una alcazaba o recinto fortificado. Concluida por su hijo y sucesor Mohamed II, éste cerró además todo el perímetro con una cerca amurallada de 740 m de longitud, en la que destacan las torres de la Vela y del Homenaje. Otras torres y puertas torreadas, como la monumental de la justicia, flanquean el resto del recinto.
|