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Tras los mongoles y turcomanos, tomaron el poder en Persia los safawíes, que impulsaron un arte popular. Proliferaron las mezquitas y madrasas de cuatro iwanes y, en arquitectura palaciega, sobresalió el palacio Alí Qapu, con una segunda planta repleta de columnas. Fueron famosas las miniaturas del maestro Bihzad, de Harat, y los tapices de Tabriz, Kasan y Kirman.
Al tiempo que se producía el florecimiento safawí, el imperio mogol de la India levantó en el siglo XVII grandiosas y lujosas construcciones inspiradas en el arte persa, como el Taj Mahal de Agra, mausoleo construido para la esposa del emperador, y el Fuerte Rojo de Delhi, edificación de carácter militar. Los mogoles hicieron de la miniatura un arte mayor, de gran virtuosismo y brillante colorido, con representaciones de leyendas y acontecimientos históricos, escenas de género, delicadas representaciones zoomórficas y retratos imperiales.
Mientras tanto, desde mediados del siglo XV se había consolidado el imperio otomano, cuyo poder se extendería por Turquía, Siria, Egipto, Irak y la Europa de los Balcanes, y que no comenzó a dar muestras de decadencia hasta el siglo XVIII. En el ámbito otomano se generalizó el uso de la cúpula y se construyeron tanto mezquitas rectangulares con pórtico cupulado de influencia bizantina (mezquita verde de Iznik), como mezquitas de tipología en "T" invertida y multitud de cúpulas (mezquita de Murat I, en Bursa).
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