Enciclopedia de Filosofía
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Alma - pág.2
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En Aristóteles, el concepto de principio animador de los seres vivos no constituía sino un aspecto de su teoría general acerca de la composición de los seres, el hilemorfismo: el alma sería la forma del cuerpo, constituyendo así éste un organismo, y por tanto sería la raíz de todos los actos vitales. Y así como en Platón la descripción de las manifestaciones del principio vital puede llevar a pensar en tres almas, vegetativa, sensitiva e intelectiva, informando un mismo cuerpo, en Aristóteles la formulación es más coherente: aquellas manifestaciones son operaciones distintas de una sola sustancia, el alma. Por lo que respecta a la inmortalidad de ésta, el problema es más complejo, pues en su tratado Sobre el alma Aristóteles afirmaba que en el alma, o intelecto, hay un elemento corruptible y otro inmortal y eterno, el intelecto agente; el hecho de que la naturaleza de éste no se diferenciara claramente de la del intelecto supremo, o nous, dio lugar a que pensadores posteriores, como el árabe Averroes, se basaran en Aristóteles para negar la inmortalidad del alma individual.
El pensamiento cristiano, hasta el siglo Xlll, tomó diversos elementos de la filosofía griega para sustentar los dogmas revelados.
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