Enciclopedia de Filosofía
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Racionalismo - pág.4
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Sólo los avances científicos acontecidos desde fines del siglo XV permitieron llegar a la convicción de que el hombre era capaz de descifrar el orden esencial del mundo mediante su sola razón -si bien impresa en él por Dios-, lo que dio paso a la paulatina separación entre filosofía y teología.
El racionalismo clásico y su posteridad
Dos elementos marcarían decisivamente el desarrollo de la filosofía racionalista clásica en el siglo XVII. Por un lado, la mencionada confianza en la capacidad del pensamiento matemático, símbolo de la autonomía de la razón, para interpretar adecuadamente el mundo; por otro, la necesidad de conferir al conocimiento racional una fundamentación metafísica que garantizara su certeza. Ambas cuestiones conformaron el eje central del Discours de la méthode (1637; Discurso del método) de Descartes, texto fundacional del racionalismo.
Deseoso de establecer un criterio de verdad para el conocimiento, Descartes llegó mediante el ejercicio de la "duda metódica" a su célebre formulación cogito, ergo sum ("pienso, luego existo"). La conciencia del propio pensamiento constituyó así la certeza sobre la que el pensador francés fundaría toda su doctrina, basada en no admitir como cierto sino aquello que apareciera "claro y distinto" al entendimiento -notas que consideraba definitorias de los conceptos matemáticos- y la convicción de que todo el conocimiento procede esencialmente de ideas innatas puestas en la mente por Dios, que se corresponden exactamente con los fundamentos racionales de la realidad.
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