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A los británicos se añadieron pronto inmigrantes escandinavos y alemanes y, hacia fines del siglo XIX, centroeuropeos: checos, eslovacos, húngaros. Una nueva gran ola inmigratoria se produjo en los primeros años del siglo XX, y estuvo compuesta mayoritariamente de polacos, rusos y, sobre todo, italianos. Tras la primera guerra mundial, sucesivas leyes impusieron cuotas restringidas a la inmigración, con el fin de mantener el equilibrio existente entre las diversas nacionalidades de procedencia. Las restricciones se reforzaron a raíz de la crisis económica de 1929 y se mantuvieron, con ciertas modificaciones, hasta la década de 1980. En los últimos decenios del siglo XX se incrementó una antigua corriente inmigratoria, frecuentemente ilegal, a través de la frontera mexicana. Las circunstancias políticas de Cuba, América central y Asia sudoriental han favorecido, por otra parte, la llegada de naturales de estos países, que se han establecido, sobre todo, en el sun belt (región soleada), en estados como California, Florida y Texas.
Tipos raciales. Aproximadamente el 85 % de la población estadounidense es de raza blanca. En este porcentaje se incluye, además de los descendientes de inmigrantes europeos, mayoritarios, la mayor parte de la población de origen hispanoamericano: puertorriqueños, cubanos y mexicanos, entre otros, a los que hay que añadir los grupos, generalmente mestizos, que vivían en los territorios del sudoeste, arrebatados a México a mediados del siglo XIX.
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